27 de noviembre de 2012

La invasión de los cultivos transgénicos en Latinoamérica


Sembrado para comer es sagrado sustento del hombre que fue hecho de maíz.
Sembrado por negocio es hambre del hombre que fue hecho de maíz.
                                                                      Miguel Ángel Asturias en Hombres de Maíz
Las semillas originarias de Nuestra América están siendo amenazadas
por el modelo depredador del agronegocio. Esto se debe a la
preocupante avanzada de este modelo en nuestra región.
Por ejemplo en México, el 15 de noviembre, el grupo ETC hizo público
que el presidente saliente, Felipe Calderón, antes de entregar su
mandato este 1 de diciembre, tendría previsto el aprobar lo que sería
“la masacre del maíz mexicano”: otorgar para el cultivo de maíz
transgénicos a las multinacionales Monsanto y Dupont, un área cuya
extensión equivaldría a la de El Salvador. Si esto sucede, implicaría
un fatal golpe para la alimentación, la salud y la soberanía
alimentaria del pueblo mexicano que, como la mayoría de los
latinoamericanos, tiene en el maíz su principal fuente de alimento. La
medida presidencial incluiría igualmente la obligación de pagar las
patentes a estas empresas, para los campesinos que, aunque no lo
quisieran, por efecto de la polinización natural -resultado de la
acción de agentes como el viento o los insectos- tengan semillas
transgénicas en sus cultivos.
La persecución de campesinos para asegurar y facilitar los intereses
del agronegocio es parte de la realidad que se vive en Colombia, tras
la firma por parte del gobierno de dicho país de un Tratado de Libre
Comercio que ha dado vía libre al control por parte de las
trasnacionales de la comercialización de las semillas. Así,
testimonios como el de Orlando Pana, en el Encuentro Internacional
Guardianes de la Semilla, celebrado en Octubre pasado en el estado
Lara (Venezuela), nos hablan de cómo se criminaliza y se persigue al
campesino por sembrar semillas orgánicas, conminándolo a sembrar
semillas transgénicas.
En Paraguay la situación no es mucho mejor: es el sexto exportador de
soya a nivel mundial y el 80% de estas exportaciones provienen de
cultivos transgénicos. Según denuncian movimientos campesinos y
sociales paraguayos, Monsanto estaría vinculada al golpe de Estado de
Junio pasado contra el presidente Fernando Lugo, por ser éste un
obstáculo en la profundización de la liberalización del comercio de
semillas transgénicas en el país. El presidente de facto, Federico
Franco, aprobó, el pasado Octubre, el liberalizar el cultivo de cuatro
tipos de maíz transgénicos y dos de algodón genéticamente modificado.
Mientras, la Federación campesina paraguaya ha denunciado que este
tipo de cultivo está ocasionando abortos en las mujeres campesinas,
debido a su alto nivel de toxicidad.
En Costa Rica la población está alerta, ya que el próximo 3 de
Diciembre la Comisión Técnica de Bioseguridad hará pública su decisión
en torno a la aprobación –o no– de la solicitud de Monsanto para
comercializar y sembrar distintos tipos de maíz transgénicos.
En Argentina, el actual borrador de Proyecto de Reforma de la Ley de
Semillas beneficiaria, de nuevo, a Monsanto. De aprobarse este
borrador, una de sus consecuencias sería la restricción del “uso
propio” de las semillas por parte de los agricultores. Por ende, se
les cercenaría el derecho de intercambiar, depositar y reproducir sus
propias semillas.
En Bolivia, la recién promulgada Ley de la Madre Tierra entra en vigor
en un contexto de aumento sustancial del cultivo de soya transgénica.
Y es que el modelo agrario basado en un imaginario desarrollista que
busca la productividad a toda costa, le abre las puertas en la región
a los cultivos y semillas transgénicos. En Ecuador, el presidente
Rafael Correa expresó que “fue un error” haber declarado, en la
constitución de 2008, a Ecuador como un país libre de transgénico, y
que no descarta la posibilidad de realizar una enmienda para permitir
los cultivos transgénicos en su país. En respuesta a estas
declaraciones, la organización internacional Vía Campesina remitió una
carta abierta al mandatario exponiendo las razones por las cuales los
cultivos transgénicos no son la solución para  el país.
En Venezuela hay, desde el 2009, información sobre los esfuerzos de la
multinacional Monsanto para influir en las políticas públicas,
realizando labores de lobby con parlamentarios de la Asamblea
Nacional. Actualmente, un sector de productores agrícolas está
solicitado al gobierno del presidente Hugo Chávez “permitir la siembra
‘controlada” de maíz y soya transgénica. Aunque en Venezuela no se
permiten estos tipos de cultivos, no estamos exentos de caer en la
tentación de seguir el modelo hegemónico del agronegocio. Sobre todo
tras las recientes declaraciones del presidente Chávez afirmando que
Venezuela tiene el potencial de convertirse en una de las naciones
que produzcan más soya en el mundo”. Si tenemos en cuenta que
Venezuela está desarrollando su agrosector con la colaboración y
asesoramiento de Brasil, el segundo país exportador mundial de soya
transgénica (el primero y tercero son Estados Unidos y Argentina
respectivamente), nos puede asaltar la preocupación.
Así pues, la expansión de los cultivos transgénicos en Latinoamérica
atenta, de manera sistemática, contra la vida de nuestros pueblos y
contra nuestra cultura. Y al mismo tiempo que está en riesgo esa
sagrada relación que tienen nuestros campesinos y poblaciones
indígenas con la tierra y sus frutos, peligramos con ellos el resto de
las mujeres y hombres de maíz.
Los cultivos transgénicos son aquellos en los que las plantas
cultivadas son el resultado de semillas manipuladas genéticamente a
través de la biotecnología para incrementar la producción masiva. Este
tipo de cultivos genera enormes impactos negativos en la salud humana,
tales como cáncer, enfermedades degenerativas y malformaciones, entre
otros. Convienen recordar que un reciente estudio de la Universidad de
Caen (Francia), publicado por la revista Food and Chemical Toxicology,
presenta los resultados de un experimento en el que, tras alimentar a
ratas con maíz transgénico, éstas desarrollaron tumores en distintas
partes de su cuerpo.
A nivel medio ambiental y social, existen otros impactos consecuencia
de la proliferación de estos cultivos como son la desertificación de
los suelos, la reducción de la biodiversidad, la dependencia de los
agricultores de las multinacionales, el empobrecimiento de los
pequeños campesinos y la criminalización de los y las que rechazan los
cultivos transgénicos, así como la destrucción de la cultura que
vincula al hombre y la mujer con la semilla orgánica, local y
tradicional u originaria.

Gabriela Rodríguez 
publicado orginalmente en: http://reflexionesverdes.wordpress.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario