6 de diciembre de 2012


Discurso de la Vicecanciller de Venezuela Claudia Salerno Caldera en la Convención de Cambio Climático COP18 

Una batalla entre los principios y los mercados


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Muchas Gracias Señor Presidente,

Quiero comenzar esta intervención con un saludo fraternal a los hermanos y hermanas del Estado Palestino cuya lucha de 65 años el pueblo venezolano Saluda solidariamente.

Señor Presidente,
En las últimas horas un país hermano ha sufrido los embates de cambio de climático, queremos expresar nuestras condolencias al pueblo filipino.
Es hora de dejar de hablar y comenzar a actuar.

Dijo el Presidente Chávez:

“Se requiere una nueva ética en el mundo, una nueva moral y de allí un nuevo comportamiento de todos (…) Este modelo hay que cambiarlo. No hay desarrollo sin humanismo, no es posible un desarrollo en este modelo impuesto en el mundo”.

El sistema capitalista cierra todas las opciones. Prefiere invertir en la guerra en vez de asegurar la vida, privilegia los mercados sobre los seres humanos, trabaja para la acumulación de unos pocos a costa de la pobreza y sufrimiento de muchos.

Nuestro modelo de desarrollo privilegia al ser humano como el centro de una sociedad, no el interés económico.

Después de nuestra victoria electoral del 7 de octubre, comienza un nuevo período de gobierno 2013-2019 para el cual se  generaron cinco grandes Objetivos de Desarrollo, como parte de un Programa de Gobierno que está siendo consultado públicamente y construido colectivamente con todos los sectores de la sociedad, en un ejercicio de democracia directa.
Uno de estos cinco Objetivos, es Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana, incluyendo la conformación de un gran movimiento mundial para abrazar las causas y reparar los efectos del cambio climático que se han venido acumulando como consecuencia del modelo capitalista.

Nuestro Plan de Gobierno privilegia el desarrollo sustentable como política de Estado y establece el compromiso de Venezuela para la transformación ecológica-socialista, como una contribución voluntaria a la solución de problemas ambientales que no hemos generado y que, sin embargo, sufrimos junto con todos los habitantes del planeta.

Señor Presidente,

Venezuela es un país con un 60% del territorio cubierto por Áreas Protegidas que conservan 47 millones de hectáreas de bosques vírgenes. El Delta del Orinoco, parte de la Red de Reservas de Biosfera de la UNESCO, conserva los bosques de mangle más grandes del hemisferio occidental que son sumideros naturales de CO2.

El 70% de la energía eléctrica en Venezuela proviene de fuentes renovables. Adicionalmente hemos invertido 500 millones de dólares en parques eólicos, resultando en la reducción de emisiones equivalentes a 660 toneladas de CO2.

Desde 2007, el sector público reemplazó gratuitamente 155 millones de bombillos incandescentes por bombillos fluorescentes, y  ha promovido la sustitución de artefactos eléctricos, reduciendo las emisiones de más de 12 mil toneladas de CO2.

Señor Presidente,
Vinimos a Doha buscando soluciones, esperando honestidad y compromiso de quienes tienen la responsabilidad histórica del cambio climático.
Hace un año salimos de Durban con la promesa de un segundo período del Protocolo de Kioto. Los desarrollados pidieron tiempo para ajustar detalles, aumentar el nivel de ambición y calcular todos los números que consideraran necesarios antes de informar al mundo el compromiso que asumirían. Eso debió haber ocurrido hace 6 meses. Hubo pocas respuestas, ninguna dentro del lapso acordado, ninguna cercana al nivel de ambición que se requiere de acuerdo al conocimiento científico.

Nos encontramos ahora con compromisos condicionados e insuficientes en una batalla encarnizada entre aquellos que defendemos la ética y los principios de la Convención contra aquellos que sólo buscan mantener unos mercados ya colapsados y claramente inútiles para la reducción de emisiones.
Cabe preguntarse ¿Es esta una cumbre de cambio climático o una cumbre de mercados? ¿Se trata de sacar ganancias comerciando con la contaminación Madre Tierra o vinimos aquí a preservar su integridad y nuestra sobrevivencia? ¿Es el ambiente nuestro principal interés?
Cuando apenas nos queda un día de negociaciones quiero parafrasear al prócer cubano José Martí:

¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!


Esta es la hora de la verdad. El tiempo se acabó y también las excusas. Ya no hay donde esconderse.

La palabra la tienen los países desarrollados y a ellos les preguntamos:  

¿Están ustedes a la altura del compromiso que la ética y el mundo les exige?

Como dijo Gramsci: el optimismo es un asunto de voluntad.

Quisiera culminar mis palabras con lo dicho por el Delegado de Filipinas en la Sesión de esta mañana ante la falta del progreso en las Negociaciones del Protocolo de Kioto. Con lágrimas en los ojos expresó si no hacemos algo nosotros entonces ¿Quién lo hará?, si no lo hacemos ahora entonces ¿Cuándo?, si no lo hacemos aquí entonces ¿dónde?

Venezuela es optimista, Venezuela tiene voluntad política.

Muchas gracias. 

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Doha, Catar, 6 de diciembre de 2012

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